El sueño de Marshall Chess: The Rotary Connection, Charles Stepney y Cadet Concept

Cuando se habla del Blues de Chicago y el sello que lo hizo mundialmente popular (respetando en cierta medida a sus interpretes y autores, al menos para los estándares de la época) pensamos de inmediato en Chess, el sello fundado por los hermanos Leonard y Phil Chess. Aunque llegarían a ser una compañía importante no tan solo en ese ámbito (Poseían subsellos dedicados al Jazz, al Gospel y al Soul, e incluso llegaron a tener la primera emisora de Radio dedicada a la música negra, Voice of The Negro) su nombre ha quedado indeleblemente relacionado al Chicago Blues más popular.

Y es aquí donde aparece la figura de Marshall Chess -hijo de Leonard– y su sueño en adecuar al sello a los nuevos tiempos. Cadet y Cadet Concept (1965 – 1973) sería el nombre que elegiría para desarrollarlo, un subsello no menos relevante en su campo de lo que lo fue su casa matriz. Un sello que ha sido saqueado y sampleado por numerosos artistas del hip hop, del rock y del Soul contemporáneos. Tal vez uno de los últimos nombres legendarios de la industria tal y como una vez fue, Marshall, junto con la ayuda de otros nombres no menos importantes como el compositor y arreglista Charles Stepney, el productor Richard Evans y un grupo de músicos y compositores a sueldo del sello, serían los artífices de una de las músicas y de los sonidos más alucinantes, originales, espontáneos y a veces descabellados que surgirían en aquella época.

… Empecé a salir de viaje con mi padre desde muy pequeño. Ibamos juntos en su coche a otras ciudades por trabajo y cuando llegábamos me dejaba en el hotel, me daba diez dólares y no volvía hasta por la noche. Imagínate a un niño, en 1955, con dinero en el bolsillo y conociendo Nueva Orleans …

Marshall comenzó su carrera en Chess a los trece años. Hizo de todo, empezando desde abajo: Asistía de oyente a las sesiones de estudio del sello, trabajó en diversos departamentos y todo ello le ayudaría a tener una panorámica completa del negocio. En 1965 se convertiría en Director del Departamento Internacional. Fue la música a la que estuvo expuesto, junto con sus viajes al extranjero en busca de licencias (principalmente a Inglaterra, de donde se traería un contrato de distribución de Pye, el sello de The Kinks, para todos los USA) y la inmersión en la Contra Cultura lo que abriría sus ojos. La existencia de un mercado discográfico floreciente y la posibilidad de fusionar el Blues, el Jazz y el Soul con el Rock Psicodélico que escuchaba en los clubs londinenses fue la idea motora que haría nacer a Cadet Concept. De hecho lo intentaría con un cuarteto blanco llamado Aesop’s Fables, de quienes publicaría un par de elepés y algunos singles entre los que se escondía alguna canción notable.

… Tenía bastante claras las ideas para el sello. En esencia quería aunar conceptos, como si fuese un guion cinematográfico y hacer que sucediese. Intentaba dejar un legado en el sello de mi padre. Realmente no tuve problemas con mi familia, tuve suerte de que tuviese éxito casi desde el principio…

A mediados de los años sesenta Chess se había mudado de oficinas. Leonard había adquirido un lujoso edificio de ocho plantas y este hecho sería crucial para que Marshall pudiese llevar a cabo su proyecto.

… En el nuevo edificio había tres estudios, una planta de prensaje y otra de impresión. Desde que grabábamos hasta que teníamos el producto final (disco, galletas, portada) pasaban solamente cinco días. Trasladé mi oficina, que estaba en la primera planta junto con las del resto de ejecutivos, hasta la octava, donde estaban los dos estudios de grabación y la sala de ensayos. En esa sala, que tenía una cabina central aislada con un piano para poder grabar maquetas y no molestar a los compositores que estaban por allí, se juntaban todos los músicos haciendo lo que les apeteciese: tocar, componer, ensayar …

El destino ayudaría a dar forma definitiva a la visión de Marshall Chess. En 1967, buscando a alguien que pudiese escribir partituras en los prospectos musicales que los abogados del sello necesitaban para registrar los copyright, conoció a un joven recién graduado llamado Charles Stepney.

… Llegué y me lo encontré en recepción. Enseguida congeniamos. Llevaba una carpeta y le pregunté que era eso. Me dijo que una sinfonía que había escrito como trabajo de fin de carrera para poder graduarse. Le pregunté también si sabia escribir arreglos para orquestas de cuerda y respondió que sí. Le conté mi proyecto, que quería hacer algo del tipo de Psicodelia suave, algo que poder ponerse en los auriculares después del bajón de un mal viaje musical y es así como empezamos a trabajar en el proyecto de The Rotary Connection

Combinando músicos de la casa, rockeros de Chicago y otros músicos que merodeaban por allí fue como se constituiría The Rotary Connenction, un ente multi-progresivo, pluriracial y multi-género, un poco a la manera de Sly & The Family Stone. Entre ambos conseguirían (con la ayuda del productor Richard Evans) un nuevo género, que podríamos llamar psicodelia soul, del que surgió una de las músicas más hermosas que jamas se harían. Escuchando hoy el primer disco de The Rotary Connection (uno de los discos navideños más bonitos y también más desconocidos, titulado Peace, que les serviría como entrenamiento) todavía sorprende que esa fuese la primera vez que Charles Stepney entró en un estudio.

… El primer disco de The Rotary Connection fue la primera vez que Charles escuchó sus partituras y sus arreglos interpretadas por alguien. Usamos una sección de cuerdas (a cargo de la Orquesta Sinfónica de Chicago, habituales con Chess) y Charles no hacía más que sudar, estaba empapado de emoción. Sin él Cadet no hubiese existido. Era un genio y junto a Chuck Berry el mayor talento con el que he trabajado …

Casi tan importante como Stepney en la creación de ese nuevo sonido lo sería el productor Richard Evans, quien tenía plena libertad para el desarrollo del sonido que Cadet buscaba y que estaría más que a la altura del desafío. El talento de Evans ya había asomado en proyectos como The Soulful Strings, un proyecto exclusivamente de versiones donde la forma cobraba vital importancia: Su sonido nítido, combinado con una sección rítmica llena de Soul y lujuriosos fondos de cuerda le daban un empaque muy superior a lo habitual en ese tipo de proyectos. Y, más que asomar, destacaría en los tres discos que la arpista Dorothy Ashby grabaría con Chess (Afro-Harping, Dorothy’s Harp y The Rubáyát od Dorothy Ashby) Unos discos donde la combinación de un instrumento con tan, aparentemente, poco Soul como el arpa, se fusionaba con fondos orquestales y bases rítmicas hasta dar forma ua una especie de Space-Age Jazz que sonaba único.

Afro-Harping nos voló la cabeza, no habíamos escuchado nunca nada así. Hasta tuvo relativa repercusión en la radio ¡Nunca había sonado un disco de arpa en las radios comerciales! Era como si un ángel interpretase jazz psicodélico

El trabajo del binomio Stepney / Evans daría como resultado un puñado de discos que hoy son clásicos en el mejor sentido del término: los tres antes mencionados de Dorothy Ashby, The Spice of Soul de Marlena Shaw (la perfección hecha disco), What Color Is Love / Ocasional Rain y I Just Can’t Help Myself de Terry Callier . Junto a estos, otros, por lo general puestas al día de artistas desorientados o venidos a menos, nada desdeñables: Ahmad Jamal, Ramsey Lewis, Harold Land Quintet, Ray Bryant… Todos, del mejor al peor, con la marca de fabrica indeleble de un sonido intransferible: un Soul orgánico, natural, de cadencioso fluir -que no moroso- donde la evocación, pese a tener bastantes números para convertirse en algo meloso, se convertía en poesía hermosa, llena de Soul.

Pero volvamos a The Rotary Connection. A todo lo comentado, la innovadora producción, los arreglos sobrenaturales, había que añadir algo tan importante como lo era la serie de músicos competentísimos que intervinieron en las grabaciones. Músicos como el guitarrista Pete Cosey, el bajista Phil Upchurch o el baterista Morris Jennings, gente de la casa que habían tocado en la inmensa mayoría de los discos que Chess editaría.

… El secreto no era otro que a los chicos les encantaba tocar juntos, incluso ensayar. Conectaban, eran una banda perfecta, todo aquello que uno busca cuando estas produciendo un disco. Es así como ocurre la magia …

Ellos tres habían sido los músicos que colaborarían como músicos en Electric Mud, el intento de puesta al día de Muddy Waters, artista señero del sello matriz entonces de capa caída, y que seria vapuleado por la critica en su momento sin piedad alguna. Un disco conceptual en el que decidieron electrificar a Muddy Waters y que escuchado hoy habla de lo certero de esa apuesta a medio plazo: una serie de versiones enchufadas de clásicos del propio Waters o Willie Dixon, junto a una toma alucinante del Let’s Spend Together de los Rolling Stones (Dios, lo que saquearon de Chess) y una composición de Charles Williams, yerno de Waters, titulada Tom Cat y que hay que escuchar para creerla.

… Tenía la idea de formar la banda más avant garde que pudiese. Mezclar a una serie de músicos de estudio de Chess y que tirasen para adelante. Estaban zumbados, querían llamarse a sí mismos como The Electric Niggers. Cuando se lo dijeron a mi padre, se volvió loco y dijo que de ninguna manera …

… Trabajamos estupendamente juntos y es por eso nuestros discos suenan tan bien. Nos respetábamos. Yo a su talento musical y Charles a mis conocimientos sobre el mercado blanco hacia el cual apuntábamos. Me acuerdo de que me empeñé en usar el Sitar y tuve que explicarle quien eran ¡Los Beatles! Cuando la cosa ya estaba perfectamente ensamblada y empezaron a tener más preponderancia las vocalistas Minnie Riperton y Judy Hauf y el cantante Sidney Barnes empezó a desentenderse un poco y dirigirse hacia otros proyectos. Confiaba mucho en nosotros y en las aptitudes de Richard Evans

… A Minnie la conocía desde hacia mucho tiempo, éramos amigos. Teníamos una contable que se llamaba Dorothy Lang, pesaba más de cien kilos. Su novio solía pasarse por las oficinas a recogerla. Se llamaba Sidney Barnes y un día, escuchándonos hablar sobre el proyecto y la necesidad de una cantante masculino, nos dijo que él sabía cantar. Ya lo teníamos. Una vez reunidos los cantantes, junto con Charles buscamos una banda de apoyo, necesitábamos una banda estable para poder salir de gira. Uno de los chicos de Chess conocía a Bobby Simms, John Jeremiah, Kenny Venegas y Mitch Alliota. Tenían un grupo del estilo de los Doors que se llamaba The Proper Strangers y los reclutamos, estaban encantados con el proyecto. Yo tenía 24 años…

Conviene distinguir entre los Rotary Connection operativos en estudio y los que serían su imagen y saldrían de gira (e incluso se acreditarían en los discos como únicos músicos) dos entes complementarios pero claramente distintos. De entre todos los discos de The Rotary Connection destaco los dos que más me gustan y que, en mi discutible opinión, son casi perfectos. Curiosamente uno de ellos, Songs (el cuarto en su discografía) sería un disco íntegramente de versiones y, pese a ello -o quizás por ello- es un disco extraordinario en el que la suma de sus partes, cada una de ellas de notable hacia arriba, conforman un todo mágico.

Tres versiones de Songs serán de canciones de Cream y cada una de ellas, enorme: Sunshine Of Your Love, cantada por Sidney Barnes, transita por un terreno que linda con el Gospel y la psicodelia, con una linea de bajo obra de Phil Upchurch que me recuerda a For What It’s Worth de Buffalo Springfield y un solo de guitarra de Pete Cosey que aparece y desaparece. Tales Of The Brave Ulysses, cantada por Minnie Riperton a dúo con John Jeremiah es otra demostración del poderío del inconfundible bajo de Upchurch, que vértebra la canción mientras poco a poco se le van sumando detalles espléndidamente escogidos como la flauta de Lenny Druss, el vibráfono de Billy Wooten, el mellotron y unos elegantes arreglos de cuerda. Pero lo que la convierte en excelsa es , sobre todo, la espectacular voz de la Riperton quien según Stepney… tenia una maravillosa voz soprano con un rango de ocho octavas … La tercera, We’re Going Wrong, ya con Minnie como solista en solitario, es una majestuosa pieza de Chamber Soul, tan sedosa como mística.

También a dúo (Riperton y Jeremiah) será la alucinante versión del Burning Of The Midnight Lamp de la Jimi Hendrix Experience: abre con unos coros arropados por arreglos de cuerda y un arpa (que se dice obra de la mismísima Dorothy Ashby) para dar paso a las voces, con un evocador toque que no sé como definir, ummm … ¿psicodélico andante?. Y, vuelvo a insistir en ello, pese a que la suma de instrumentos podría dar lugar a un engrudo indigesto, todo fluye con una naturalidad que asusta. Los arreglos de Stepney para la versión de Respect de Otis Redding (esta vez a dúo con Mitch Aliotta) es puro Hip Hop avant la lettre: Un break subterráneo emerge paulatinamente hasta coser por entero toda la canción, mientras la voz de Minnie es esta vez lamento y exigencia.

Y luego esta la versión de The Band, mi favorita. The Weight es algo sublime. Inyectada de un aliento celestial transmite, junto a la carga emocional del viaje y la culpa presente en el original, un abrazo cálido y reparador, el cobijo de una tentación que elimina la noción de la derrota. Cantada por Sidney Barnes -jamás igualaría esa interpretación- es todo aquello que uno necesita para sentirse inmune cuando el peso de la depresión acecha.

Para su último disco –Hey, Love, 1971- parecen querer echar el resto. Escrito íntegramente por Stepney y con letras de Richard Rudolph (suegro de cineasta Paul Thomas Anderson y futuro marido de Minnie Riperton) excepto una canción obra de Terry Callier (Song for Everyman), Hey, Love es un disco conceptual casi místico en torno al amor, la naturaleza y el deseo de comunión. Un disco de madurez donde todo fluye y encaja de una manera, en apariencia, insultantemente fácil. Charles Stepney ya no solo escribe y arregla sino que toca todo aquello susceptible de llevar teclados (piano, clave, órgano, piano eléctrico).

Es, obviamente, el disco de I’m The Black Gold Of The Sun, su canción más famosa gracias a la versión de Kenny «Dope» Gonzalez y Louie Vega en su proyecto Nuyorican Soul. Una cima difícilmente igualable, que comienza con una guitarra española (obra de Pat Ferreri) y se convierte en un himno a los treinta segundos escasos. Sandy Simms y Donny Simmons a la base rítmica dibujan un vibe al que se suman las congas de Master Henry Gibson y el piano eléctrico de Stepney, mientras Phil Upchurch la colorea y le da cuerpo con su guitarra eléctrica. Y luego esta las voces, los coros de Kitty Haywood, Shirley Whals y Dave Scott en una constante montaña rusa emocional y el contrapunto, faro y guía de su solista, Minnie Riperton, en una de las exhibiciones más asombrosas que recuerdo.

*Todos los textos en cursiva y color azul extraídos de la entrevista de Paul Osborne a Marshall Chess (Shindig, nº 60, Octubre 2016)

PLAYLIST: ThinkFunk

ThinkFunk

 

Track List

00:00 Intro: Telephone conversation (from One More Time You All by The Nu-Sound ExpressSpanish Discophon 7″, 1972)

00:17 Al SharpFunky Lover (Swedish Polydor 7″, 1969)

02:25 John Cameron & The CameronsFunky John (USA Atlantic 7″, 1969)

05:03 ZippFunk’74 (German Young Blood International 7″, 1974)

07:44 The Brothers Brother’s Groove ( Spanish Columbia 7″, 1971)

11:52 Jimmy «Preacher» EllisI Gotta See My Baby (USA Round Records 7″, 196?)

14:05 Brand NewEarthquake (USA Magic Ministrel Records 7″, 197?)

16:48 Bobby Keys Gimme The Key (French Polydor / Ring-o-Records 7″, 1975)

19:20 The CommodoresKeep On Dancing (French Atlantic 7″, 1969)

21:48 Mickey & The Soul GenerationIron Leg (USA Maxwell 7″, 1969)

23:54 Al GardnerSweet Baby (French Googa Mooga 7″, 1968)

26:21 Lyn CollinsThink (French Polydor 7″, 1972

28:58 Doc Rand & The Purple BluesI Need A Woman (USA Landra Records 7″, 196?)

32:04 Chuck JacksonCandy (Spanish Vergara / Scepter 7″, 1967)

34:19 Sweet Les & The Joe Frazier’s Knockouts Sweet Potato, Collard Greens (French Polydor 7″, 1972)

36:43 Alan Shelly (aka Manu Dibango) – Party Freaks (Italian Fonit-Cetra 7″, 1975)

41:11 ChakachasJungle Fever (Spanish Ekipo 7″, 1972)

44:22 Wess & The AiredalesBlack Out (Spanish Palobal Lp, 1971)

46:55 Diplomats of Solid SoulHurt Me So (Italian Record Kicks 7″, 2008)

50:42 Dynamic CorvettesFunky Music Is The Thing (USA Abet 7″, 1975)

56:06 Alvin CashFunky’69 (USA Toddlin’Town Records 7″, 1969)

58:31 Lionel HamptonOff Into A Black Thing (Spanish Zafiro / Brunswick Lp, 1977)

61:48 Betty DavisF.u.n.k. (Spanish Vampisoul 7″, 2004)

66:12 The PresidentsIt’s My Thing (Spanish Penelope Discos 7″ 1969)

VINCENT GÉMIGNANI Modern Pop Percussion

Hacía años que iba detrás de una copia original de Modern Pop Percussion: L’Oiseau Sans Pieds. Editado en el sello Concert Hall en 1972 (existe también otra edición, del mismo año y aún más rara, en el sello de Librería de Robert Viger, Musique Pour L’Image con el título de Musique pour un Voyage Extraordinaire) Hasta hoy me había tenido que conformar con una reedición qué compré cuando salió, en el 2002. Aunque me lo había encontrado un par de veces en mis deambulares en busca de discos, ora por su estado decrépito, ora por pedirme lo que no estaba dispuesto a pagar, no había tenido la fortuna de conseguirlo. Hasta que el otro día, ya de vuelta a casa tras una mañana de domingo no del todo productiva, me topé con él.

Hijo de un escultor y de una músico, Vincent Gémignani, atraído por ambas disciplinas, pronto se decide por la segunda, se comenta que desalentado por su padre acerca de su talento escultórico. Estudia en el Conservatorio Superior de Música de Paris y con veinte años funda, con algunos compañeros de estudios, L’Ensemble Percussion de Paris, más conocidos como el Modern Pop Percussion

Gracias a sus conocimientos adquiridos en el campo escultórico y seducido por cualquier posible variante de la percusión, llega incluso a inventar instrumentos: el más conocido será el Brönte, hecho de ¡alpaca! al que añade una serie de teclados amplificados y una campana de resonancia. Tocado a modo de xilofón, con baquetas o con un martillo, produce un rango de sonidos amplísimo, desde el más bajo al más agudo. Su sonido es profundo y misterioso y algunos músicos famosos coetáneos (Michel Colombier, gran amigo suyo, Claude Bolling, Vladimir Cosma) llegan a incorporarlo a su orquesta. En el disco que tengo el placer de presentarles suena en Promethee, en medio de un mar de percusiones dialogando entre ellas.


L’Oiseau Sans Pieds es un disco que siempre me ha obsesionado. Todavía recuerdo la primera vez que lo escuché. Bueno, concretamente la primera vez que escuché una canción de él, la increíble Ophis le Serpentaire. Iba incluida en una recopilación cuyo nombre ahora no recuerdo. Da igual… Debió de ser a principios de este siglo. lo sé porque también recuerdo exactamente con quién estaba: Ibamos Angeles y yo con los nanos de visita a las Catacumbas de París, en Denfert-Rochereau, una tarde de Julio. Se habían empeñado en ir. Estaban impresionados y yo muy a gusto. Por estar con ellos y poder ver sus caras de asombro y también por el fresquito que hacia allí abajo, muy de agradecer en uno de esos tórridos días que a veces salen en París en el mes de julio. Llevaba puestos los cascos y de pronto comenzó a sonar en el iPod. Suelo llevarlo siempre en modo aleatorio. Me pilló por sopresa y reconozco que me acojoné un poco, entre tanto craneo apilado y pasillo en penumbra. La canción comenzaba con una base de bajo y un break de batería poderoso. Enseguida entraba el vibráfono, sinuoso, y se le sumaban unas cuerdas envolventes y unos coros femeninos espectrales. Todo en ella era un In crescendo perfecto, hasta que llegaba a su cenit con unos vientos panorámicos y un pa-ra-pa-ra casi chamánico. Una gozada. Todavía hoy.

En el disco había mucho más. Es una maravilla de principio a fin. Junto a experimentos, estratégicamente espaciados, con el timing perfecto a cargo del Ensemble Percussion de Paris (los percusionistas Jean Marie Hauser, Michel Lorin, Michel Zanlonghi, Michel Cals y el pianista Marc Chantereau) y acompañados por una orquesta no acreditada, una serie de canciones que van desde estupendos tratados de Modern Bossa-Samba con gran orquesta (Liberalia) a delicadas maravillas pop con influencias de los grandes maestros rusos de principios del XX (Alice). Del Funk Jazz escultural (Insideusement Les Elfes) a episodios instrumentales que remiten a cosas tan recomendables como La Planète Sauvage de Alain Goraguer, Le Coeur en Fête de André Popp o la banda sonora que escribió Karl Heinz Schaffer para Les Gants Blancs du Diable, por nombrar unos cuantos.

En la edición que citaba antes, la de Musique Pour l’Image, compañía prácticamente promocional fundada por el compositor y pianista Roger Viger en 1967 en París, dedicada a la ilustración sonora para cine, televisión y publicidad, vienen anotadas por el dueño del sello cada una de las canciones, con descripciones cuanto menos curiosas. Insisto en que al ir dedicada a la ilustración sonora eran textos encaminados a poder vender esas canciones a la industria y que se colocaban bien visibles en la contraportada para facilitar la tarea a los realizadores. No obstante, y pese a esa premisa, alguna de ellas, a la par que curiosas, son bastante acertadas. He aquí unas cuantas:

Ophis le Serpentaire: Gran Orquesta. Sobre un ritmo actual, sinuoso, cuerdas y voces femeninas cantan lo atractivo del optimismo.

Alice: Gran Orquesta. El paisaje que se contempla a nuestro alrededor, desde las alas, es calmo y bucólico.

L’Oiseau Sans Pieds: Percusiones de extraña sobriedad. El órgano, discreto, interviene en racimos.

Insidieusement Les Elfes: Percusiones, ritmo de jazz mid tempo. Un piano aéreo improvisa sobre la melodía anterior mientras un órgano le acompaña

Condylura: Percusiones. El contrabajo y la batería dialogan sobre un tempo medio. A su alrededor otras percusiones intervienen en ligeros toques.

*Por no estar todas las canciones en el tubo, he añadido los videos de alguna de ellas y el disco al completo, en el primero de los videos.

Giorgio

 

Mucho antes de que Giovanni Giorgio Moroder fuese el Giorgio Moroder que hoy todos conocemos, a finales de los años sesenta, un joven italiano procedente de Ortisei, un pueblo en los Dolomitas cercano a la frontera con Austria, emigra a Munich en busca del éxito. Ya ha publicado algún sencillo en su país, por aquel entonces se hace llamar Giorgio. Nada más llegar a Alemania cambia su look: Se acicala con terciopelos, chalecos, pantalones campana y fulares y además de dejarse crecer el pelo, luce imponente bigotón a la Hazlewood. Pese a todo su empeño, nunca dejará de dar la impresión de ir disfrazado.

Con la intención de introducirse en el mercado del pop internacional, comienza a desarrollar su estrategia. Considera que una puerta de entrada puede ser elaborar un repertorio Bubblegum y la nueva moda imperante, el Glam. Con una escueta obra inicial, principalmente cimentada en el pop y, como todos, buscando un lugar en el que sentirse cómodo, comienza a disparar aquí y allá. Pero no son solo meros disparos al aire, sino una especie de jugada al porcentaje, asentada en dos o tres cosas que tiene bastante claras desde muy temprano: La necesidad de dotar a su música de riqueza melódica, tener una puntería excelsa en el uso del Gimmick (ese elemento añadido a una pieza creativa que hace que algo sobresalga especialmente) e introducir paulatinamente su interés por lo experimental -siempre desde unos parámetros aceptables para el publico- y el uso de la electrónica como vehículo comercial y no elitista estandarte excluyente.

Un puñadito de sencillos irán sucediéndose: los dos primeros publicados en Alemania saldrán también en varios países de Europa -España entre ellos (Belter, 1967) – en formato Ep. Ya está allí Stop en su versión primigenia (vuelta a grabar en 1969 hasta convertirse en una pieza de sorprendente psicodelia trufada de Phasing y efectos y que podría perfectamente haber ido recopilada en cualquier volumen de Rubbles) o Bla Bla Diddley, un mantra de bubblegum tan pegajoso como un chicle hiper azucarado.

Poco después obtiene su ansiado primer éxito en Alemania con Looky Looky. La canción es una extraña mezcla que aúna efluvios de los primeros Beach Boys con el pop de la factoría Kasenetz/Katz. Será disco de oro y también ejemplo primigenio tanto de su talento con el gimmick como de su relativa falta de escrúpulos: No tiene reparo alguno en utilizar como gancho, sin acreditar, el Papa-Oom-Mow-Mow de los Rivingtons.

Tanto Moody Trudy / Stop como Looky Looky / Happy Birthday serán publicados en nuestro país via Belter, compañía que por aquel entonces ostenta los derechos de Hansa. También un primer elepé, con hermosa portada Pop Art (That’s Bubblegum, That’s Giorgio, Belter, 1970) vera la luz. El disco, curioso, aunque cuanto menos irregular, es una sucesión de versiones (un par de la Creedence Clearwater Revival, tres de Ohio Express, una toma del musical Aquarius) junto a una serie de canciones suyas o compuestas a medias con amigos alemanes.

Pero es en su segundo elepé donde alcanza una velocidad de crucero sorprendentemente solida. Son Of My Father (Ariola, 1972), titulado a partir de la canción de Chicory Trip que versiona en él, ya es editado en nuestro país por Ariola, quien a partir del 1971 ostentará los derechos de Hansa. Integramente compuesto por Giorgio a medias con su, desde entonces, inseparable Pete Bellote (guitarrista y su mano derecha en la producción) es un (muy) solido artefacto de Bubblegum Glam Pop. Un disco bárbaro donde se suceden Hit tras Hit : Violines, Fuzz y Moog por encima de una paquidérmica base rítmica en Underdog, todo lo directa, banal y divertida como el pop siempre debe ser. Puro Ballroom Blitz a-la Sweet en Watch Your Step, donde parecen unos Chinn & Champman alemanes e incluso indisimulables homenajes a T-Rex -que mutan en electrónica planeadora al menos descuido- en la espléndida Automation.

Junto a todo ésto, inclinaciones casi prog pop recauchutadas con la coartada mística en busca del éxito planetario y un ovni de alambicada historia y del que ya hablamos aquí en otro post. Me refiero a Tears, una maravilla tradicional inspirada en Bach (que de nuevo se atribuye como propia en los créditos) y que muchos de ustedes conocerán por el debut de DJ Shadow y los más Vainiqueños por su Esto no lo manda nadie, sito en Contracorriente. Imagino que consciente de su posible potencial -la canción es algo, se lo aseguro, hipnótico, casi un conjuro arcano- llegaría a editarla en single (aunque solo en Alemania, Italia y Francia, que yo sepa), con el seudónimo de Children Of The Mission.

El personal del album (junto a la producción, arreglos y sintetizadores del propio Moroder) sería el inglés Keith Forsey a la batería, los alemanes Paul Vincent Dunia y Max Greger Jr. a la guitarra y los teclados respectivamente y el austriaco Gunther Zipelius como ingeniero de sonido.

Todavía le quedaría algún peldaño al que subir. Editaría un tercer elepé titulado Giorgio’s Music en Philips (creo que solo en Alemania, desde luego no saldría en nuestro país) y aun tendría una brevísima aventura Glam bajo el nombre de Spinach (junto a Michael Holm, la mitad de Daisy Clan, los de Glory Be) que duraría un par de singles. Tanto el primero (America, America / Rhythm Of Love, puro Beach Boys hiper producidos) como el segundo (Action Man Pt. 1 & Pt.2, algo así como la tercera via de las producciones de Micky Most para RAK Records), serían editados en España por el sello Ariola.

Lo que vino después creo que es de sobra conocido.

Suzi Jane Hokom: Requiem For An Almost Lady

… Lee era muy bueno sacándole partido a cualquier opurtunidad, especialmente cuando había dinero de por medio. Grabar rápido y barato era su santo y seña. No le importaba el estilo o el género, solo que sonase bien y que tuviese posibilidades de ser un éxito

La vida y obra de Lee Hazlewood fue un rompecabezas de difícil composición. Tras unos erráticos y extravagantes inicios (una carrera que comienza a mediados de los 50 como solista de escasa repercusión, escritor -y vendedor- de canciones al mejor postor, miembro efímero de The Shacklefords y finalmente factótum en la sombra detrás de Duane Eddy) su éxito llega cuando por una serie de casualidades termina en el sellos de Sinatra, Reprise. Estaba La Voz buscando asentar la incipiente carrera de su hija y gracias a la recomendación de Dean Martin, para cuyo hijo y su grupo infantil –Dino, Desi & Billyhabía producido su disco de debut y firmado un par de canciones, consigue el trabajo.

Es ahí, junto a la hija de Sinatra, donde crea un repertorio inolvidable para Nancy. Un repertorio que se convierte en una sucesión de éxitos cuya punta de lanza será la eterna These Boots are Made For Walkin’, cúspide artística y comercial que termina por hacerle millonario. De paso juega, sin propalar -ni tampoco, astuto, desmentir- la fantasía Pigmalión / Galatea que trasciende lo artístico y que algunos creen advertir que se ha trasladado a su relación. Valga para hacerse una idea del personaje y de la época el único consejo interpretativo que le daría a la Sinatra: Canta como si fueses una adolescente seduciendo a camioneros

Pragmático y directo, ante la pregunta sobre qué le hizo entrar en el negocio musical siempre daba la misma y concisa respuesta: La pobreza. Tras el éxito con Nancy Sinatra decide invertir sus ganancias en crear LHI (Lee Hazlewood International) y ser él el dueño único de su destino. De efímera vida (1965 / 1971) el sello jamás tendría un hit.

Es en ese momento cuando aparece Suzi Jane Hokom: Productora jefe del sello, la primera mujer de hecho en serlo. También será su pareja durante casi seis años. Era aquel un buen momento para instalarse en L.A.: Música por todas partes, incontables inversores ávidos de meter cabeza en el mundillo musical y la creencia de todo el mundo de que estaba a un solo paso de conseguir un hit. Hazlewood conoce a Suzi Jane Hokom en el restaurante Martoni’s, lugar habitual donde acampaban muchos personajes de la industria musical: … Era un tipo muy divertido y, de alguna manera, también atractivo. Sabia que yo ya había hecho mis pinitos como cantante y cuando le comenté que me apetecería pasar a la producción no lo dudó un instante y me ofreció irme con él. Creo que le intrigué, eso era algo muy poco habitual en una mujer …

Hokom entra en LHI como productora pero acaba haciendo de todo:, A&R, cantante, incluso diseñadora gráfica. No tardan en enamorarse. …Se definía a sí mismo como un canoso hijo de puta. Era una caricatura que llegó a creerse. Le gustaba hablar como un paleto de pueblo, hacer creer que no tenía un centavo. Pero si quería algo, lo que fuese, no sé, un coche, tenía que ser el más grande, el mejor… Suzi Jane produce a The Kitchen Cinq (una banda de Garage Pop bautizada por ella), el debut de Gram Parsons con la International Submarine Band, graba un disco de duetos con Virgil Warner (al modo de Nancy & Lee) además de un puñado de singles a su nombre y, aunque los firma Hazlewood, producirá ovnis como el elepé de Arthur Lee Harper o el de The Surprise Package junto a singles para Hamilton Streetcar, Honey Ltd o Ann Margret entre otros. Todos ellos notables y todos ellos de todo punto imposible que llegasen a ser un éxito.

… La nuestra fue una relación turbulenta, con nuestros más y nuestros menos. El logo del sello, con las tres iniciales entre unas columnas de la Grecia clásica, estaba basado en una gargantilla que me regaló durante unas vacaciones en México…

… Era controlador. Recuerdo tener la ocasión de conocer a Los Beatles. Estaban montando las oficinas de Apple en Nueva York y querían entrevistarme para ofrecerme ser cazatalentos y productora. Lee odiaba a los Beatles y se puso hecho una furia en cuanto se enteró. Yo creo que tenía miedo a lo que representaban. Los Beatles eran intimidantes, sobre todo para a los que, como él, les gustaba proclamar a los cuatro vientos que nada ni nadie les intimidaba …

Mientras quedan fondos las cosas en LHI se hacen a lo grande. Lee tiene contactos y gusto. Jack Nitzsche es un habitual en el estudio y gran parte de The Wrecking Crew suele participar en sus discos. Recordemos que es íntimo de Al Casey y que una cosa llevaría a la otra: LHI era una máquina muy bien engrasada, su problema fue que no produjo beneficios sino más bien perdidas

… Imagino que Lee tendría sus momentos de flaqueza, pero era impenetrable, yo nunca vi uno solo. No le recuerdo mostrándose arrepentido de nada. Era un superviviente, orgulloso, podía con todo. Tenía clase…

(Joan Gasset, Honey Ltd)

A principios de 1970 el sello está prácticamente en bancarrota. Además tiene deudas con hacienda y su hijo está apunto de alcanzar la edad obligatoria del alistamiento para ir a Vietnam. Tras un viaje a Europa, conoce al director sueco Torbjen Axelman y se hacen amigos. Graba un disco titulado Cowboy in Sweden, banda sonora de un musical dirigido por aquel. Durante su grabación se enamora de su partenaire, Lena Edling y decide instalarse en Suecia.

Mientras tanto Suzi Jane Hokom está en L.A. lidiando con el naufragio. Se entera por terceros de la ruptura y no sabe como reaccionar. Lee ha quemado sus puentes y en Europa hay un mundo nuevo con un puñado de fans donde empezar de cero. … En este negocio hay que cuidar a las amistades y él no lo hizo. Dejó muchas cosas rotas atrás. Necesitaba un nuevo comienzo y lo encontró.

Lee Hazlewood permanecería durante más de una década en Suecia, grabando discos apresurados tan enigmáticos como subyugantes. Largo tiempo olvidado, al final de sus días aún tendría tiempo de asistir a varias reivindicaciones de su obra y de su figura, aunque siempre asistiría a estas de manera distante y desencantada, hasta morir en 2007. Por su parte, Suzi Jane Hokom mantendría una carrera alejada de los focos y quedaría, injustamente, en el olvido.

… Estuve seis años con él. Hubo conexión, amor y luego resquemor. Han pasado años desde su muerte y todavía tengo un poso de perplejidad, frustración y tristeza. Lee fue un tipo extraño, una especie de visionario con grandes ideas y mal carácter. Tuvo su momento, breve, enseguida pasó. No estoy segura de cómo lo aceptó.

Miro atrás y aún hay veces que me pregunto qué es lo que vi en él. Creo que lo que me sedujo fue su imaginación. Contaba historias formidables a través de unas canciones increíbles …