…Tabu-u-u, tabu-u-u, tabu-u-u, tabuuuu… Si quieres una vida larga, una vida larga, una vida larga… si quieres una vida larga aunque sea falsa aunque sea fea. No hables de las cosas que pasan en la tierra y olvida que hay miserias. No tires de la manta, no hagas problemas y agacha la cabeza…
Tabu- u-u, tabu-u-u, tabu-u-u, tabuuu… Si quieres una vida larga, una vida larga, una vida larga… Si quieres una vida larga aunque sea falsa aunque sea fea. Olvídate del sexo y piensa que los niños los traen las cigüeñas. No hables del gobierno y piensa que esos hombres son ángeles de fresa…
Tabu-u-u, tabu-uu, tabu-u-u, tabuuu… siquieres una vida larga, una vida larga, una vida larga… si quieres una vida larga aunque sea falsa aunque sea fea, no hables de la vida no arañes las estrellas no hables de la iglesia. Olvídate de Mao, olvídate de Castro y leéte la prensa…
Tabu-u-u, tabu-u-um Tabu-u-u, Tabuuu…
La enésima confirmación del pozo sin fondo que es el asunto de las canciones y los discos. Hasta hace poco tiempo únicamente conocía un single de Sola, publicado en nuestro país en 1971. Contenía dos versiones en clave bossa groove de «Oye Papá, oye Mamá» y «Soy rebelde», dos de la muchas y soberbias canciones escritas por el gran Manuel Alejandro, en este caso popularizadas por Jeanette. Ningún dato constaba de los músicos que intervinieron en la grabación, era un single más de los miles que quedaron en el olvido del mismo modo que quedaría para siempre archivado en la memoria de todos aquellos que perdemos la cabeza por ese subgénero al que podríamos bossa groove en castellano. Un negociado en el que constan también sencillos de Nena Catherine, Nancy Ramos, Sabrina o Elsa Baeza, por nombrar unas cuantas.
Hace ya dos o tres años tropecé en la red con un audio de una canción que me dejó maravillado. Una cosa formidable, hipnótica, plena de groove. La canción se titulaba «Tabú, tabú» y estaba cosida toda ella por elegantes bongos, un bajo omnipresente, acústica delicada y una flauta tan discreta como insidiosa, además de coros y vientos en forma de oleaje, conformando un todo más que de bossanova de exótica groove. Además estaba aquella voz, soberbia, sinuosa y contundente a la vez. Una voz que rozaba la exageración pero que sin embargo navegaba ajustada, perfecta, contenida en su libre descenso por la montaña rusa que era la letra. Una voz tan airada como implorante que parecía poseída por un arrebato místico mientras se abrigaba en la mitología pagana. Una voz que remitia unas veces al «Conquistador de cartón» de Bárbara, otras al «Mientes» de Lia Uya, incluso a una Lupe no tan exagerada e histriónica. En definitiva una voz, ese instrumento tan colosal cuando está bien empleado, que contaba y cantaba tantas y tan estupendas canciones.
Uno, que no tiene otro remedio que acarrear lo más dignamente posible con todo aquello que lleva a cuestas, logró localizar un Lp, en edición americana, desgraciadamente jamás publicado en España, con idéntica portada a la del sencillo y de nombre «Un muñeco de madera». Editado en la RCA un año después del single español -e incluyendo a éste- deduje rápidamente que era otro de esos misterios de las ediciones con los que tan a menudo nos topamos. Más tarde, para acabar de liarla, también supe que existía sencillo americano -con portada idéntica al español- de «Tabú, Tabú / Un muñeco de madera». Verdad o leyenda, ya que nunca lo he visto, ahora mismo nada me gustaría más que su existencia y claro, poder acceder a una copia.
Insisto, uno iba a lo que iba, a Tabú para ser exactos, pero encontró más, mucho más. La consulta de los créditos, como suele ser habitual en estos casos, tampoco aclaraba gran cosa, más alla de la firma en contraportada de unos textos alucinantes y alucinados a cargo de Eber Lobato, un coreógrafo argentino marido de la cantante, vedette y estrella del musical argentino Nélida Lobato. Tampoco nada de la tal Sola, salvo datos sin confirmar buceando en la red que cuentan que era natural de Acapulco y que, desengañada del mundo de la canción, acabaría recluida en un convento de Hermanas Carmelitas.
He hablado ya de la letra de la «Tabú, tabú» ¿verdad?. No me he resistido a transcribirla más arriba. Una cosa que de tan despropósito se volvía mágica. Proselitismo cristiano y filosofía hippie de la mano en una mélange sumamente atractiva. Rescoldos Vainiqueños y ecos de unos Aguaviva paganos, todo ello en medio de una apisonadora groove. ¿Qué había sucedido para que a un caballero como Don Manuel Alvarez Beigbeder le diese por adentrarse en esos territorios, aunque fuese de tapadillo?. ¿Qué tipo de sustancia es la que provoca esa alquimia heterodoxa tan perfecta?. Benditas sean en cualquier caso.
Escuchando el disco completo la cosa se contenía un tanto; las dos canciones del single español, la barbaridad arriba referida y mucha combinación de drama y Manuel Alejandro, algo casi indisociable; canciones como «Un muñeco de madera» (que haría Raphael en su Lp de 1971, ergo, fue escrita para él originalmente) muy pero que muy Rocio Dúrcal antes de lanzarse a las rancheras (la de la inolvidable «Sin tu amor» por ejemplo), medios tiempos con alto octanaje de drama en «He bajado al infierno» o canónicos resúmenes de la obra de Manuel Alejandro en «Tu te has ido». Incluso quedaba sitio para un dabadá muy a-la-Santisteban titulado, cómo no, «Daba-daba-da».
No pude quedar más feliz con la adquisición. Por el precio de un almuerzo el paraíso una vez más. ¿Ven que simple soy y con que poco me conformo?