In the beginning land was stained, parched by the sun, deserts and plain,
then the creators of the land created rain.
I was that barren wasted land, i was too weak to stand.
Then the creators of rain created you.
High on a mountain, growing there, land was plenty, trees were rare.
Then the creators of rain created air.
I was the mountain, growing there. My life was empty, nothing there.
Then the creators of air created you.
There would be no land, no seas,
no plants, no trees, no life for me without you.
Life had forgot the caring of dreams that were lost to fade above.
Then the creators of rain created love.
I was that dream that life had made to search in endless hope and faith.
Then the creators of love created you, created you, created you for me.»
«Nacido en Cincinnati en 1948, Smokey (su verdadero nombre permanece oculto) conoció a Dylan tras un concierto en su ciudad en 1965. Dicho encuentro «abrió su mente» según las notas que constan en su único Lp. Poco después, como millones de adolescentes americanos, comenzó a escribir canciones y tocar la guitarra. En 1966 se muda a Greenwich Village junto con su hermana Vicki. Sus canciones y bellas armonías le consiguen un contrato en Columbia. Allí publican su primer y único sencillo consiguiendo buenas críticas, incluso tiene una fugaz aparición en listas llegando al nº 121. Inmediatamente después cambian de compañía fichando por Warner donde publican su Lp. Un disco producido, arreglado (y arruinado) por Paul Harris, un atareado músico de sesión (Tom Rush, Jim and Jean). Las canciones, en la media de los dúos folk rock chico-chica, serían grabadas con ricos arreglos de cuerda. El disco, hoy raro, dista mucho de ser cotizado».
Vernon Joynson. «Fuzz. acid and flowers revisited»
La historia biográfica es más o menos la que sigue, con algunas salvedades. Smokey y Vicki se apellidaban Mimms y su carrera fue un cúmulo de mala suerte, naúfragos en un mar excesivamente navegado. En el año 2007 el sello Sundazed reeditaria sus dos singles para Columbia, junto a otras nueve canciones más de sus inéditas sesiones, las que iban a ser su primer Lp. Desgracidamente solo -creo recordar- en formato Cd. Aunque su primer sencillo -el reseñado más arriba- tendría cierta presencia en radios y una moderada repercusión, al parecer Clive Davis, a la sazón capo de Columbia, decidió pasar de ellos, dejándolos en un rincón y provocando su paso a Warner. Previamente a su marcha, un segundo y último single publicado en junio de 1967, «Would you come home / A lot of lovin», también inolvidable, sería su epitafio oficial en el sello.
Su único Lp en la época, el homónimo «Smokey and his sister», resultará ser más que recomendable, pese a la opinión de la reseña citada arriba. Y precisamente por seguir una senda poco común en el Folk, siendo en realidad música popular ajena a soflamas, deteniéndose en lo pequeño y personal, abjurando por ética -y también por estética- de los marciales himnos generacionales entonces tan en boga. Acicalándose con leves toques psicodelicos -ahora sí, creo más asunto estético que ideológico- y pergeñando melodias arrebatadoras de lúcida candidez y arreglos e instrumentación sutil y escueta. La maravillosa resultante será una serie de cuentos de íntimo romanticismo, adornados de cierto espíritu soñador y matices casi bucólicos, fantásticos.
«Creators of rain» es su mejor canción. Es en realidad la mejor canción del mundo. Aquí y ahora quiero decir. Es el epítome de lo irreal y lo intangible al alcance de nuestra mano por un instante, por una vez en la vida. Es lo inaprensible adquiriendo forma, calor. Es materia y espíritu. Es el estallido de la vida, nuestra consciencia de tal hecho por primera vez, justo antes de sumirlo en el olvido. Es la imaginación desbordada, la poesia tantas veces leída y finalmente inteligible, nuestra. Son casi tres minutos de melancolía perfecta, de fatalista enamoramiento, de esperanzada obsesión, tres minutos que en realidad describen la vida. Es la poesia recitada por dos jóvenes enamorados. Una pareja todavía ajena a las acusaciones y los reproches. Trabas ambas qué, pese a no advertirlo ellos, cegados inevitablemente por el embrujo, asomarán tarde o temprano en el horizonte. Es pureza y es verdad.
Toda su -escasa- obra está impregnada de un carácter delicado y propio, distante de cualquier tipo de afectación empalagosa. Pero, ¡ay!, «Creators of rain» es algo mágico. Mágnética seducción antes que forzado arrebato, velada sugerencia en lugar de la más prosaica conquista. Es el adolescente cegado, inconsciente ante los albores de la madurez. Una madurez que no comprenderá -ni tampoco pretenderá-, que le incomoda y le atrae, ante la que no puede hacer nada más que claudicar. El adulto que gira la vista un día hacia su pasado y se descubre otro distinto al que creyó una vez ser. Es, en definitiva, contumaz sentir. Desarmado ante la belleza de la vida, ajeno a sus baches, maravillado y cautivo ante ella.