¿Cuál fue tu primer contacto con eso tan abstracto que es la música?
El primero que recuerdo es en casa de mi tía, en Cocentaina. A ella le gustaba la música y tenía unos cuantos discos; Serrat, Beatles, etcétera. Yo tendría once o doce años. Iba a su casa, sólo, me ponía algún disco y me quedaba bobo escuchando aquello que salía de los altavoces.
¿Y cuando comienzas a comprarlos?
Yo comencé en esto un poco a la estela de mi hermano mayor. A él le gustaba el punk español; Kortatu, La Polla records… después me dirigí al rollo británico; Smiths, Echo & the Bunnymen…
Te canstaste pronto de ese palo ¿No?
Sí, jajajaja!… poco después, a finales de los ochenta, principios de los noventa, apareció el llamado Noise, una explosión de pop español cantado en inglés interesante que hubo y también con el indie americano; Pixies, Pavement, Sonic Youth… esa fue otra evolución, si quieres llamarlo así.
¿Después es cuando te vienes a vivir a Valencia?
No, no. A Valencia me vine con treinta y un años. Hasta entonces vivía en mi pueblo, Cocentaina, al norte de la provincia de Alicante. Con cerca de veinte años, en el momento que disponías de un poquito de dinero, picabas de aquí y de allá. Si hacías algun viajecito a la capital pues lo mismo… Pero así, en serio, ya para siempre, yo creo que fue a través de catálogos y listados en la era pre-internet. Por esa época comencé con los sesentas y el garaje. Leías un anuncio en una revista, o te lo había comentado algún amigo, de alguien que vendía discos desde los USA. Sólo tenías la dirección de un apartado de correos y le escribías; «Oye, que he visto que vendes discos, ¿puedes envíarme un listado de lo que tienes?». Era un proceso lentísimo. Al mes siguiente, con fortuna, recibías la respuesta. Te llegaba a casa una carta con un listado de ocho o diez folios de discos y su precio. Comenzabas a leerlo y por supuesto conocías una parte ínfima. La leías detenidamente y elegías aquellos que te interesaban (muchas veces la única información que disponías acerca de ellos era una referencia en algún artículo que habías leído o por un chivatazo). Ajustabas tu presupuesto y una nueva carta a los USA con tu elección. Una elección que había pasado una criba. Al principio sumaba cien dólares y tenías que eliminar hasta donde te podías permitir, como mucho la mitad. Otra cosa importante a tener en cuenta era que cualquier disco por el que pidiese quince, veinte dólares, es que era bueno. Pasaba otro mes entre que el hombre recibía tu elección y a menudo te contestaba que ya sólo disponía de dos de los cuatro o cinco que querías. Que le enviases x dólares en un sobre. Tranquilamente podían transucurrir cuatro o cinco meses hasta tenerlos en tu poder.
¿A que se debío tu inmersión en el garaje, en la música de los sesenta?
A nada en particular y a todo en general. Fue una cosa muy fluida, natural. Partes de un afán por saber, de una curiosidad tremenda, la cual era satisfecha de aquella manera mediante el método prueba-error, prueba-error. Pero sobre todo por la sensación de volverme loco, literalmente. Loco con los Music Machine, con los Sonics, con los 13th floor elevators… aunque el primer disco que me hizo levitar, sentir algo diferente fue el «Forever changes»…
Lo cual me parece bastante sintomático de que no eras ningún integrista…
…Sí. De hecho nunca me he tenido por tal. Digamos que fue otra etapa natural; Con veinte años el rollo Noise -algo que hoy no esta muy bien visto- pero que a mi me pareció muy divertido. Había y hay cosas salvables. Además tenías la sensación, que sumaba, de que no te estaban contando nada, sino de que lo estabas viviendo en primera persona. Otra cosa, también importante a menos que llevases orejeras, es que, en cualquier entrevista que leías de aquellos grupos hoy llamados Indie -otro término infame- americanos que te citaba más arriba, todos, todos, citaban a grupos de los sesenta; La Velvet, Los Byrds, Love… y entonces tu te preguntabas «Vale, a ver que coño es esto». Claro, cuando te sumergías ahí ya era otro nivel completamente diferente. Eso si que no se agotaba, al contrario, querías más y más. Rascabas todo lo que podías. Cada disco que conseguías te remitía a otro y estos a otros más.. A partir de ahí yo creo que es cuando puedo decir que el veneno corría definitivamente por mis venas. Comencé también a hacer mis incursiones por el soul, por la psicodelia, por el beat… todo lo que te quieras imaginar.
Y como efecto de todo ese proceso, la etapa inicial, la inmersión y la dependencia, ¿Algún disco en concreto del que dijeras nada más escucharlo «Uffff»?
«Forever changes» sin dudarlo. Un disco especial, que todavía hoy no creo que remita a nada, un disco mágico. Cuando lo escuché por primera vez accedí a un estrato superior. Supe que aquello ya no tenía solución.
Vaya, insisto, muy sintomático…
Supongo que sí. Ahí había sutileza, letra pequeña, meandros infinitos. Un descubrimiento. Literal.
Y ahora, con cerca de … bueno, da igual, con unos cuantos años más ¿Qué te pone?, ¿Qué es lo que buscas?
Me pone… todo. Todo lo que tenga que ver con lo nuestro, con lo español, especialmente. Me ponen las letras, la manera de cantarlas, como tocan. Hay cosas que son muy nuestras, que en mi opinión sólo pueden aparecer en una canción de aquí. Incluso, yendo más allá, en una canción valenciana. Yo eso lo valoro mucho. Por ejemplo, la versión que hace Tony Bernan del «I’m the lonely one» de Tom Jones, cuando a mitad de la canción grita «Xè, que sí». A mi eso me parece muy divertido. Único, especial. Parecerá una tontería, seguramente lo será, pero para mi es como una especie de vestigio de lo que fuimos, de lo que somos. De hecho, si no lo valoramos nosostros ¿Quién lo va a hacer?
Desde hace mucho tiempo tengo la sensación de que aquí en España siempre se ha valorado más lo de fuera que lo nuestro. No hablo del tipo al que esto no le interesa lo más mínimo sino del coleccionista, del tipo que busca discos. Muy a menudo es absoluto desconocimiento. El desprecio y la displicencia tan española.
¿Crees que eso puede indicar también un cierto complejo de inferioridad?
Probablemente. Cada uno lleva a cuestas lo que puede. Volviendo a lo de antes, el sonido que consiguieron Los Huracanes o Los Pepes me parece un sonido con un beat muy especial, muy mediterráneo. Un sonido que logró trasladar algo de fuera a lo nuestro sin traicionarse, manteniendo cierta esencia. Te podrá gustar más o menos, evidentemente, pero lo que es innegable es que tiene su presonalidad, su sello.
… Salvando las distancias, para mi no tan grandes, un poco como el nederbeat.
Exacto. En esa onda. El que lo escucha enseguidad dice, «Eso es holandés». Pues tu te pones a los Huracanes y sucede algo similar.
En cuanto a los formatos ¿Tienes alguna preferencia?
Siempre he sido más de single que de Lp. Lo que me interesa principalmente es el concepto pop. La inmediatez de los dos, de los tres minutos. La canción, pura y dura, y volverte loco como consecuencia. La magia de la melodía, la magia del estribillo y «¡Zas!». Claro que hay Lps que nos gustan muchísimo, pero hay algo natural en el single que no lo hay-o lo hay muy poco- en el Lp. La canción, ahi estriba todo.
¿De que manera los consumes?
No tengo reglas. Desde luego cuando descubres un pelotazo -diez, quince al año a lo sumo- la reacción inmediata es de engorile. Hubo en tiempo en que sí tenía miedo de agotarlos. Que los preservaba un tanto. A día de hoy ya se me ha pasado esa tontería, tengo claro con cual va a pasar y con cual no. Y también sé que si va a pasar quizás es porque no es tan bueno como imaginaba en un primer momento. Selección natural.
Hablemos de otra de tus facetas, por la que mucha gente te conoce, que es tu lado Dj o pinchadiscos, como quieras llamarlo. ¿Cuándo comenzaste a poner discos?
Una de las cosas que más me han gustado, de siempre, ha sido poner discos a mis amigos, compartir con ellos las sensaciones que provocan. Me gusta investigar, descubrir una canción, pero sobre todo hacer partícipe del hallazgo a mi gente. Nada se puede comparar con eso. No soy para nada elitista. Si se queda ahí, escondido en un cajón, para dos o tres, no tiene ningún sentido. El asunto es compartirlo.
Cuando tenía veinte años, en el pueblo, ya nos juntábamos dos o tres amigos muy interesados en esto. Comencé a poner discos en los bares de allí, un poco a modo de broma, para enseñar lo que iba descubriendo, compartirlo otra vez. La cosa, poco a poco , fue a más. Me invitaron, por medio de Borja Gorostiza, amigo común, a pinchar en algunas fiestas aquí en Valencia. Nos conocimos con la irrupción de internet, a finales del siglo pasado, en grupos virtuales y foros que se formaban de gente interesada en esto, en la música y en los discos. Te das cuenta de que hay más locos como tu, que sienten de manera similar la misma pulsión. Que no eres un bicho raro, o al menos no eres el único freak. Internet ha sido un invento maravilloso; descubrir canciones, discos y personas que piensan de una manera similar a la tuya y que, de no ser por la red, muy difícilmente hubieses coincidido con ellas. Fue algo estupendo. Por supuesto también tiene cosas malas, como todo, pero su irrupción a mi me cambió la vida.
Continuo… por medio de Borja, de internet y de otra gente establecí algunos contactos. Me invitaron a pinchar en Valencia. Fue un subidón; en la era pre-limitadores de potencia, a todo trapo, poniendo tus discos favoritos…
¿Recuerdas dónde fue?
Sí, claro. En el Tornillo. Un sitio pequeñito. Lo pasamos bomba. Y hasta hoy.
Los discos, como objeto, ¿Qué significan para ti?. Porque ¿Piensas como yo que cuando consigues un disco, un original, estás pillando algo más que música?
Por supuesto. El objeto también es muy importante para mi. Digamos que el paquete ideal es el objeto y la canción.
No te ocurre a veces con las canciones que, además de lo que son, está también la expectativa de lo que pueden llegar a ser. Quiero decir, te haces con un disco que te deja descolocado en un primer momento, pero en tu fuero interno, supongo que a fuerza de palos y aquello que comentabas del método prueba-error, intuyes, sabes que va a crecer hasta atarparte..
Jajajaja! Por supuestísimo. La música es algo que va cambiando al igual que nosotros. Es algo vivo. Con el paso de los años también cambia la manera en que la percibes. A mi, por ejemplo, el rock and roll clásico me interesaba muy relativamente. Me refiero en su estado más early, mas puro. Sin embargo, últimamente, es una de las cosas que más me esta divirtiendo, que más me sorprende. El negociado del rock and roll español de finales de los cincuenta, principios de los sesenta me tiene fascinado. Hay cosas que necesitan reposar, del mismo modo que nos sucede a nosotros.
Aparte de tu vertiente como acumulador e investigador de discos, de tu lado digamos nocturno, también tienes otro muy interesante, el de recopilador. Es algo que viene de atrás, cuando recopilaste con tu hermano Iván el «Exquisite harvest» para el club Bassy de Berlín. Recientemente también salió el excelente «Sideburn sounds», del que dimos merecida cuenta en el Estudiodelsonidoesnob. ¿Qué más proyectos tienes en marcha?
Actualmente dos. Uno con Vampisoul, dedicado precisamente a lo que hablábamos antes, el rock and roll y el twist español más primerizo. Una especie de pioneros. Aunque hay alguna cosita por ahí, pienso que no se ha hecho nada en el modo y forma que merece. Lo que yo conozco al menos viene sin información, sin memorabilia y fotos de las portadas originales, con un sonido que no le hace justicia. La verdad es que hay una falta de información tremenda. La mayor parte de la gente que está en esto, cuando les hablo del proyecto, se quedan soprendidos. No saben que eso sucedió, no lo conocen. No son conscientes de lo que en la época ya se hacía por aquí. De que hay cosas muy chulas, muy gamberras, muy salvajes…