Música que alivia el alma.




















Soy un tipo bastante previsible. Aunque muchas veces intento abarcar demasiado, siempre que me siento feliz recurro a lo mismo. Y debido en parte a mi simpleza y, sobre todo, a que ese placebo sea tan impresionante y tan efectivo, no me canso en absoluto. Ventajas de ser escasamente sofisticado. 

En mi vida tengo pocas certezas; Ella, nuestros dos hijos y algunos y buenos amigos. En otro orden de cosas y sinceramente para mi casi tan importante, está la música. Detonante, compañera, solitaria o excitante, ensoñadora, irascible, expansiva y cobijadora, cualquier recuerdo asociado a mi periplo vital lleva inevitablemente incluida una canción. O varias. Siempre será mejor que las cicatrices. En todo caso debe ser eso merma y no virtud, cruz que uno lleva a cuestas con gallarda ignorancia. Carencia expresiva que sin embargo, se torna casi lucidez en cuanto suenan esas primeras notas que definen con clarividencia inalcanzable lo que uno siente.

 Porque hay días -o semanas incluso- en que todo nos parece perfecto. Que todo fluye plácido, como creemos que debe ser. De esos pequeños momentos se nutre nuestra vida para hacerla soportable e interesante. Me parece a mi que resulta un tanto estúpido, algo más bien propio de iluminados, el buscar la felicidad permanente, por otra parte un arcano imposible. Y que aprender a disfrutar esos breves instantes es lo más cerca que estaremos jamás de ella. Que tras los desencuentros inevitables y el natural desgaste en la convivencia, asoman de pronto gestos, palabras, miradas que te hacen sentirte como el príncipe que una vez soñaste ser. Y uno, republicano por principios, empieza a pensar que si tiene que perdurar ese anacronismo llamado monarquía, nadie mejor para ser la reina de mi vida que ella. Como decía el genio; «Aquí un admirador, un siervo, un esclavo».



  

LES SEVEN SOULS I still love you






















 Por último asumir que es muy posible que, tras año y medio ya, comience a repetirme. Tanto con las reflexiones como en la música. Lo primero es inevitable, lo segundo no tanto. Desventajas de funcionar a golpe de impulso. No llevo un registro (más allá del que aparece en la columna de la derecha de sus pantallas) de las canciones de las que acostumbro a hablar. Por ello -y aún más por las divagaciones- les suplico su comprensión. 
Mientras tanto aquí seguimos. Con mucho Bla bla bla y más Cha cha cha.


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